El contenido de la obra pictórica que tiene como base la temática religiosa fue, después del primitivismo de la pintura rupestre del Paleolítico, la forma de expresión predominante en las culturas orientales, anteriores a la era cristiana. El antiguo Egipto representó a sus dioses. En esta nueva civilización occidental, comenzó con el antiguo y nuevo testamento, y se mantuvo y adquirió una nueva relevancia en el periodo gótico. El mensaje simbólico, en el cuadro resurreción, del pintor Luis Borrasá de ese período, es obvio: la figura de cristo resucitado, en posición enhiesta y vigilante, en medio del cuadro, es simbólica del cristianismo que triunfa sobre el paganismo, representado por los soldados dormidos que cuidaban el sepulcro donde cristo había sido enterrado.
La imagen de la virgen, igualmente, es uno de los motivos que más se repiten es este estilo de pintura ideológica, al igual que la del Espíritu Santo. Es lo que se conoce como didacticismo de imágenes, que impregna la pintura de contenido religioso. Se logró, a pesar de ello, en el caso de grandes obras pictóricas como las de Rafael y Miguel Ángel, una combinación perfecta de creatividad plástica, dimensión genial en la realización e inspiración artística de los más altos quilates.
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